El número de animales
no deja de crecer
Publicado: 4 feb. 2020
Según los expertos en comportamiento canino, un perro es solo un animal cuyo comportamiento es resultado de las interacciones humanas, es decir, de la socialización (o falta de ella), del entorno en el que ha vivido, y de las características heredadas de sus antepasados. Por lo tanto, el ser humano, directa o indirectamente, suele ser la causa de las reacciones no deseadas del perro, ya sea al contribuir consciente o inconscientemente a la formación de su personalidad, o al realizar acciones que provocan al animal a atacar. Los niños que no comprenden la psicología canina también pueden desencadenar agresiones, aunque sus intenciones no sean hostiles, y a menudo se convierten en víctimas de ataques.
Es importante conocer los mecanismos básicos de respuesta de los perros ante diversos estímulos para evitar situaciones peligrosas para nuestra seguridad y la de nuestros hijos, y para enseñarles comportamientos seguros.
Recuerda que los perros se comunican entre sí a través de su postura corporal, la mirada y los sonidos, y no siempre nuestras reacciones son percibidas según nuestras intenciones. Con frecuencia, sin querer, enviamos señales a los perros con nuestra postura, gestos o mirada que provocan respuestas agresivas. Entre los comportamientos más comunes que provocan agresión en los perros se encuentran:
- Acariciar a perros desconocidos sin el permiso del dueño
- Entrar en un territorio vigilado por un perro o acercarse a los objetos que cuida
- Realizar movimientos bruscos, agitar objetos cerca del perro
- Mirar directamente a los ojos del perro, lo cual puede interpretarse como un desafío
- Quitarle la comida o acercarse a un perro mientras come
- Sonreír ampliamente, lo cual puede ser interpretado como mostrar los dientes, señal de intención agresiva
- Separar a perros peleando.
Aunque muchos de nuestros comportamientos inadecuados son resultado de la ignorancia, en ocasiones ocurren acciones deliberadas que provocan reacciones agresivas en los animales. Ejemplos de esto son distintas formas de molestar a los perros enjaulados, hacer ruido, o comportamientos abusivos como arrojar objetos hacia el perro.
Un perro generalmente evita la confrontación directa con el ser humano y no ataca sin motivo o sin emitir señales de advertencia. En una situación incómoda, el perro, al sentirse estresado, muestra una serie de comportamientos que son señales para el oponente de que no busca pelea y desea evitar la confrontación. Para quienes no comprenden el "lenguaje canino", estas señales no siempre son claras o visibles.
A continuación, los comportamientos más comunes en los perros que deberíamos reconocer e interpretar correctamente:
1. Calmantes: Indican que el perro está evitando la confrontación o está sometiéndose, y no está interesado en pelear; ignorarlos y tratar de acercarse puede terminar en agresión:
- Girar la cabeza, mirar hacia otro lado
- Ponerse de lado
- Tumbarse boca abajo o mostrar el vientre
- Bostezar, jadear
- Lamerse
- Orinarse
2. Invitación al juego: Dirigidos a establecer contacto con la persona y atraer la atención:
- Orejas y cola erguidas
- Boca abierta, lengua afuera
- Parte trasera elevada y parte delantera baja en gesto de invitación
- Ladridos alegres, saltos
1. Por miedo; Recordemos que la causa más frecuente de los llamados "ataques injustificados" es el miedo en los perros. Sus signos principales son:
- Pelo erizado en la espalda
- Cola y orejas agachadas
- Nariz arrugada, comisuras de los labios retraídas hacia atrás, labios caídos y replegados
2. Relacionados con la dominancia y características de liderazgo, cuando el perro ha asumido un rol de líder o está intentando asumirlo:
- Orejas hacia adelante
- Nariz arrugada, labios levantados mostrando los dientes
- Pelo erizado en la espalda
Independientemente de cuánto amemos a los perros y de lo mucho que sepamos sobre su comportamiento, a veces no podemos evitar un ataque. En tales situaciones, lo que podemos hacer es minimizar las posibles lesiones. Mantener la calma y la lógica en una situación tan estresante no es fácil, pero conocer algunas reglas básicas puede ayudarnos a tomar medidas que podrían salvarnos la salud e incluso la vida:
1. ¿Qué no hacer?
- La primera y más importante, pero también la más difícil de cumplir: ¡NO CORRAS! El perro considera a una persona que huye como una presa potencial y, aunque no haya planeado atacar, tu comportamiento puede provocarlo.
Otro argumento para no correr es que las posibilidades de escapar de un perro más rápido y resistente son muy bajas (a menos que haya un lugar cercano donde puedas refugiarte).
- No des la espalda al perro; al estar de espaldas, pierdes de vista al perro y te expones a un ataque desde atrás que podría derribarte.
- No forcejees ni te resistas si el perro te agarra una extremidad con los dientes. Forcejear agravará las lesiones y estimulará al perro; es poco probable que logres escapar ileso.
- No entres en pánico; no grites ni muestres miedo.
2. ¿Cómo comportarse?
- Quédate quieto.
- Si es posible, CREA UNA BARRERA entre tú y el perro. Puedes usar lo que tengas a mano: una mochila, una chaqueta enrollada en el brazo, etc. Puede que no evites el ataque, pero ganarás tiempo y reducirás la zona de ataque, limitando así las lesiones. Aunque parezca paradójico, en algunos casos es mejor enfrentarse al ataque y presentar un brazo protegido que permitir un ataque a la cabeza. Esta acción no es adecuada para los niños, que no tienen capacidad para afrontar una confrontación directa.
- Si estás en un lugar donde puede haber personas, pide ayuda.
- Si puedes, intenta DISTRAER AL PERRO por un momento, por ejemplo, haciendo ruidos intensos, golpeando objetos (llaves, botellas, lo que tengas), o arrojándole arena a los ojos.
- Puedes intentar usar comandos básicos, dados con una voz firme, como "¡quieto!", "¡siéntate!".
- Si tienes uno, puedes usar un repelente ultrasónico apuntando hacia el perro o gas pimienta. ¡NUNCA USES GASES DISEÑADOS PARA HUMANOS! Estos contienen niveles demasiado altos de capsaicina y pueden causar daños permanentes a la salud del animal. Obviamente, el uso de tales medios debe ser el último recurso, cuando tu seguridad esté en peligro.
- Si ya estás frente a un ataque directo y no tienes más opciones, adopta la "posición de tortuga":
a) Junta las manos hacia adentro.
b) Esconde los pulgares hacia adentro.
c) Coloca las manos en la nuca y cubre las orejas.
d) Arrodíllate.
e) Acerca la cabeza a las rodillas.
Esta posición puede ser percibida por el perro atacante como un gesto de sumisión y podría reducir su interés en ti, e incluso hacerle desistir del ataque. Incluso si esto no ocurre, la posición de "tortuga" protege la cabeza y las partes más vulnerables del cuerpo.
Si has sufrido heridas, cortes o incluso rasguños, es fundamental tomar medidas para garantizar tu seguridad:
a) ¡Consulta a un médico!
Las mordeduras de animales requieren intervención médica adecuada debido a los microorganismos peligrosos que pueden estar presentes en su boca. Es necesario tratar la herida adecuadamente, administrar los medicamentos recomendados y, posiblemente, vacunas contra el tétanos o la rabia.
b) Informa a la Policía/Guardia Municipal sobre el incidente. Puede que no seas la primera ni la última víctima de la falta de responsabilidad del dueño del perro.
Exige al propietario del perro un certificado de vacunación contra la rabia y un certificado de salud reciente del animal. Si es necesario, se puede requerir la cuarentena y observación del perro para descartar rabia. ¡RECUERDA, LA RABIA ES UNA ENFERMEDAD CASI INCURABLE QUE TERMINA EN MUERTE! Si no es posible verificar la salud del perro con certeza, es obligatorio vacunarse para prevenir la enfermedad.
Los perros pueden reaccionar de forma agresiva debido a una socialización inadecuada, experiencias negativas previas o comportamientos provocativos de los humanos, como movimientos bruscos o ingresar a un territorio protegido por el perro.
Los perros pueden girar la cabeza, colocarse de lado, bostezar, lamerse o acostarse sobre su vientre para mostrar que no quieren conflicto y desean evitar una confrontación.
Acariciar a perros desconocidos sin el permiso del propietario, ingresar a un territorio protegido por el perro, hacer movimientos bruscos, mirar al perro directamente a los ojos o quitarle su comida son ejemplos de comportamientos que pueden provocar agresividad.
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